Durban, un paso mas hacia la catástrofe climática


Como era previsible, lamentablemente el año concluye con un gigantesco paso en falso en las negociaciones de la ONU para detener la acelerada marcha hacia un desastre ambiental global producido por el calentamiento del clima.

No se han logrado acuerdos vinculantes para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, pues siguen primando los beneficios económicos obtenidos por las grandes multinacionales y los países desarrollados, derivados de los altos niveles de producción y consumo de bienes y servicios de un pequeño porcentaje de la población mundial.


Esta vez, no sólo no se ha avanzado, sino que por el contrario, hemos retrocedido respecto de la situación anterior, ya que además de desmantelar el único acuerdo legalmente vinculante internacional, que es el Protocolo de Kyoto, se han legitimado algunas falsas soluciones como lo son el comercio de carbono y la captura y almacenamiento de carbono, con mayor utilidad para los dueños del dinero, que al clima.


Si bien el Protocolo de Kioto no es la mejor herramienta posible para detener el cambio climático, los países firmantes son los responsables del 75% de las emisiones, a pesar de albergar sólo el 15% de la población mundial. Por lo que un acuerdo realmente comprometido de estos países podría acercarnos a la solución de la peor amenaza que ha enfrentado la humanidad.


Pero estos países no son solamente los generadores de las emisiones actuales, sino que son los responsables históricos de que el clima del planeta esté cambiando. Aunque por el momento es evidente que no están dispuestos a reconocer esa culpabilidad y mucho menos a tomar el toro por las astas y afrontar los costos de encarar soluciones de fondo a esta dramática situación.


La única vía posible para detener la marcha hacia el abismo climático, es una drástica e inmediata reducción de las emisiones. Pero reducir las emisiones, significaría reducir la producción, reducir el consumo. En definitiva, para los términos de la economía, significaría “decrecer”.

Esta palabra/concepto, que se ha intentado demonizar durante los últimos años, por resultar la solución menos conveniente para los dueños del dinero, deberá imponerse desde abajo. No queda otro camino que decrecer, pero debe hacerse con equidad, es decir, disminuir drásticamente el consumo global, pero no decrecer parejo, sino hacerlo a expensas del relativamente pequeño porcentaje que concentra la mayor parte del consumo. 


El decrecimiento aliviará la crisis ambiental, esto resulta obvio para quien lo quiera ver, ya que ha sido el descontrolado crecimiento del consumo, asociado al empleo de tecnologías con alto grado de impacto ambiental, quienes nos ha traído hasta esta desesperante realidad.

(Ecoportal.net) 

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