Historia
necesaria
“A
tu presencia llegué, / triste, angustiada, abatida / y hallé en tus
aguas la vida / y paz y ventura hallé.
“Allí
renació mi fe, / y sentí la inspiración / te consagra mi corazón
/ las notas de mi laúd / y un voto de gratitud/ nacido del corazón”.
A
mediados de 1732 así cantó a los baños termales de Camujiro la
poetisa camagüeyana Brígida Agüero. Otros muchos lugareños
ilustres y prestigiosos visitantes destacaron también las virtudes
de aquellas aguas de extraordinarias propiedades curativas.
A
lo largo del siglo XIX la prensa fue prolifera en informaciones sobre
ese lugar catalogándole como el más importante en las colonias
españolas de las Antillas. Al respecto un periódico de la época
daba fe de que aquellos; “...manantiales
ferruginosos son frecuentados como tónicos y de otras propiedades
medicinales”.
Por
entonces el más completo estudio del lugar se debió al celebre
francés Francois Carlo Antonmarchi, (1789 – 1838), profesor en la
Universidad de la italiana Florencia, cuya labor al frente de la
cátedra de Medicina de ese centro de estudios y sus investigaciones
acerca de las enfermedades tropicales le avalaron el cargo de médico
personal de Napoleón Bonaparte.