Jaronú, propuesta de Monumento Nacional

Por sus valores excepcionales y ser exponente único en el país de urbanismo, arquitectura y ambiente muy particular , el batey del antiguo central azucarero Jaronú, asentado en la llanura costera del norte de la provincia de Camagüey, fue declarado Patrimonio Nacional .

Jaronú posee una concepción morfológica única entre los restantes bateyes azucareros del país, con rasgos muy distintivos en sus amplias calles, parterres, frondosos y hermosos árboles, aceras y un elevado nivel de terminación, logrando una adecuada sectorización  urbana, donde sobresalen con fuerte expresión la casa del administrador y la iglesia.

El batey se destaca por poseer una excelente planificación urbana,  logrando conjugar diferentes sectores, que a pesar de su diferencia armonizan perfectamente con sobria y modesta arquitectura, cuya diferencia con otros se singulariza por el empleo de la  mampostería y la teja francesa, así como  elementos decorativos entre los que se destacan los  arcos, capiteles y molduras en el  mejor estilo de las viviendas rurales alemanas. 

En 1919 a expensas de las obras del ferrocarril del norte de Cuba, que unió a los puertos Caibarién y Nuevitas, comenzó  la construcción del poblado de Jaronú, en los terrenos de la antigua Finca Jaronú, coincidiendo la zona con antiguos asentamientos indígenas como Imias, Saimí, Banao y Bainoa.

La construcción del central y batey de Jaronú se realizaron en dos años, dada la industrialización del sector en las primeras décadas del siglo XX a impulsos del capital norteamericano. En la práctica esta industria azucarera vino a sustituir los antiguos ingenios y trapiches de la región como el Santa Rosa, Bainoa y La Jagua y fue considerado en su tiempo el mejor y más eficiente central azucarero del mundo, marcando el clímax de la expansión azucarera en el país y la desmedida carrera del capital yanqui por captar todos los mercados mundiales del azúcar, teniendo como base la producción cubana.

El Jaronú fue el ingenio con mayor cantidad de tierra propia en el país, totalizó 4919 caballerías, poseía  bajo arrendamiento otras 340 y molía caña de 158 colonias. 

Con capacidad para moler un millón de toneladas de caña en 24 horas y con 7009 obreros, distribuidos en la industria y la agricultura, en 1938 implantó un record mundial  al producir 815 238 sacos de azúcar de 325 libras cada uno.

Esta industria azucarera produjo por primera vez su primer millón de sacos de azúcar en el año 1947 al hacer 1 003 897 sacos de 325 libras.


Para garantizar y mantener la presencia de trabajadores calificados en sus alrededores, la empresa azucarera levantó a sus expensas un poblado para unas cuatro mil personas, eliminando y prohibiendo construcciones ajenas a sus  intereses. A la comunidad la dotó de cinematógrafo, una novedad entonces, así como, club, iglesia, hospital, restaurante, hotel, y otras instalaciones edificadas de acuerdo a un patrón muy peculiar del que no se conoce otro modelo  de batey azucarero semejante en el  mundo. Lo primero en construirse fue la casa del administrador, situada frente a la iglesia católica con un amplio parque con una fuente de por medio.

Alrededor de la casa se construyeron cuatro manzanas de cien metros de lado con viviendas confortables para las familias de los directivos ingenieros y técnicos. Otras dos manzanas se utilizaron para alojar a los trabajadores solteros en cuarterías y otra  manzana fue destinada a hospital,  servicios públicos y una sociedad para negros, así como algunas otras viviendas.

La escuela pública se organizaba en dos módulos franqueando los lados de la Iglesia, uno para negros y otros para blancos.



1 comentario:

  1. Muy bueno el artículo, me encanta este batey, siempre lo visito cuando estoy de vacaciones. Esperemos las acciones de reconstrucción vallan un poco más rápido.

    Un saludo. Keiver.

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