Con la introducción en
1992 en la Constitución cubana del concepto del desarrollo económico
y social sostenible, la aprobación de diversas legislaciones sobre
recursos naturales en 1993 y la creación del Ministerio de Ciencia,
Tecnología y Medio Ambiente en 1994, fortaleció la política y la
gestión ambiental nacional e hizo evidente la necesidad de
estructurar los elementos claves de esa política ambiental en un
marco estratégico basado en una definición de los principales
problemas ambientales del país y las acciones para enfrentarlos.
Se aprobó así en 1997,
la Estrategia Ambiental Nacional (EAN). Este documento rector de la
política ambiental del país, en su primera etapa 1997-2006,
constituyó una herramienta del quehacer ambiental, y contribuyó a
estructurar y proyectar importantes avances de la gestión ambiental
nacional y a fortalecer el concepto del desarrollo económico y
social sostenible entronizado en la Constitución de la República de
Cuba.
No pueden dejar de
mencionarse como fundamentos para esta etapa los resultados en la
instrumentación de otros marcos estratégicos específicos, como es
el caso de la Estrategia Nacional de Educación Ambiental; la
Estrategia Nacional para la Diversidad Biológica y su Plan de Acción
2006 - 2010; el Plan de Acción de Lucha contra la Desertificación y
la Sequía; el Programa de Conservación y Mejoramiento de Suelos; el
Programa Nacional de Ahorro y Uso Racional del Agua; el Programa
Forestal; el Programa Nacional de Lucha contra la Contaminación del
Medio Ambiente, el Plan del Sistema Nacional de Áreas Protegidas
2003 – 2008; entre otros.
El territorio nacional de
Cuba abarca un área de 10 988 600 hectáreas, de las cuales la
superficie agrícola equivale al 60,2% (6 619 500 hectáreas). Al
cierre del año 2009 la superficie cultivada alcanzaba los 2 988 500
hectáreas (45,1% de la superficie agrícola). En la actualidad, el
65% del total de los suelos de Cuba presenta afectaciones por
diferentes procesos degradativos y alrededor de un 76,8% posee
factores limitantes para producir alimentos, consecuencia de casi 5
siglos de explotación irracional e insostenible. Más del 40% de los
suelos cubanos presentan afectaciones por erosión y si se refiere a
la erosión potencial, ese porcentaje se eleva hasta el 56%.
La degradación de los
suelos es la última fase de causas y factores que han influido en su
deterioro, siendo los factores antrópicos de mal uso y manejo de las
tierras, entendiendo como todos los recursos naturales asociados que
dieron lugar a la formación natural de los suelos, así el primer
factor desencadenante de su degradación fueron la deforestación
intensiva, la pérdida de la diversidad biológica, el uso inadecuado
para producción agrícola y pecuaria en suelos que no tenían la
vocación apropiada, la contaminación que provocan el uso y abuso de
fertilizantes químicos y agrotóxicos, los desechos de industrias,
el uso de aguas contaminadas con productos tóxicos y con aguas de
elevada mineralización, el abuso de la maquinaria pesada, el uso de
implementos agrícolas inapropiados, la introducción de prácticas
agrícolas desarrolladas para otros contextos climáticos y sociales
diferentes, y la falta de conocimientos apropiados de productores,
decisores y población en genera.
Aunque en el país se
manifiesta anualmente un incremento de la cobertura forestal (el año
2011 cerró con un índice de boscosidad de un 27.7%), existen
diferentes causas que traen aparejadas afectaciones de los bosques.
La cobertura boscosa de
esta provincia representa más del 22 por ciento de su llana
geografía, según reportes del Servicio Estatal Forestal.
Alrededor
de 300 mil hectáreas están arborizadas en Camagüey, como parte de
los programas de reforestación de los últimos años, aunque todavía
quedan por cubrir casi 90 mil hectáreas que pertenecen al patrimonio
forestal.
El
territorio tiene posibilidades de alcanzar hasta el 25 o el 26
por ciento de la superficie total, cubierta por bosques; pues la
explotación ganadera, con el mayor potencial de Cuba en esta región,
ocupa gran espacio de las tierras.
Caracterizada
por su topografía llana, y con decenas de embalses, que ocupan
también una considerable superficie, los camagüeyanos han puesto
especial empeño en la reforestación de las márgenes de esas obras
hidráulicas, con el fin de atenuar los impactos de la erosión y
aumentar la vida útil de las franjas hidro-reguladoras.
Asimismo,
se trabaja en la protección de las zonas costeras marinas, con la
siembra de especies de árboles y plantas propias de ese
eco-sistema; y también, se brinda especial atención a la
conservación de los bosques naturales, algunos deteriorados por el
avance de malezas no desead.
La estructura y
composición de especies de los bosques naturales actualmente es
inadecuada, como consecuencia del manejo y la explotación a que han
sido sometidos;
Para el período
2011-2015, además de la atención a los problemas señalados con
anterioridad, requerirá un esfuerzo significativo elevar la
cobertura forestal del país hasta un 29,4% del territorio nacional,
incluyendo la reforestación en fajas hidroreguladoras, así como la
actualización de la ordenación forestal y de los planes de manejo
forestal en las áreas que lo requieren.
El enfoque estratégico
necesario para alcanzar la cobertura forestal prevista para el país,
deberá considerar, entre otros muchos aspectos, el uso de una
adecuada composición y proporción de especies en el proceso de
reforestación, según ecosistemas, ambientes y objetivos,
priorizándose el fomento de plantaciones protectoras las franjas
hidroreguladoras de las cuencas. Con vista al enfrentamiento al
cambio climático, es fundamental la reforestación adecuada de la
zona costera.
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