21 de junio. Día del árbol Cuando un amigo se va




Un día de junio nuestro maestro de cuarto grado trajo y coloco sobre la mesa del aula una latica donde se levantaba un pequeño y entonces débil tallo verde.
El estuvo hablando sobre arboles y bosques, pueblos y patrimonios que la Naturaleza nos ofrece. Pienso que de no haber sido el buen maestro que fue hubiera sido un ecologista adelantando a su época. Por eso nunca olvido ni el tiempo ni el momento aunque yo entonces tenia diez años y estaba en cuarto grado.
Por tres o cuatro días nuestro profesor mantuvo la postura de cedro en un soleado rincón del aula y cada vez nosotros teníamos la cuenta de regarla. Por fin un día nos dijo; “!Hoy es el Día del Árbol. vamos a sembrarlo!”.
Nuestra escuela publica, la número 6, José de la Luz y Caballero, tenia un agradable jardín umbroso al lado del cual se corrían las aulas del viejo caserón de tejas y a ratos pisos de ladrillos. Detrás, al fondo una gran patio donde nos íbamos a mataperrear entre clases.
Será aquí, ---nos dijo y cavamos al frente del jardín junto a la entrada---, Este será un gran árbol que les verá crecer junto a el. No se olviden”.
 
Pasaron los años y fuimos nosotros desgranando vida. Estelita, la dulce Inés, Jorge, José Luis, Marcelo.... y otros mas desaparecieron de nuestro rastro. ¿Dónde estarán, en qué calle o en que tumba, dónde?. Los encuentros se convirtieron apenas en ocasionales. Cada cual de nosotros tenia lo suyo pero sucedía que cuando repasábamos pagina allá nos íbamos imaginando el jardín de la escuela y a conversar de nuestro amigo verde que siempre estaba allí. Se que aun alguno de nosotros, solo para agitar memorias, se hubiese abrazado al tronco firme para sentir la caricia de su energía de raíces del planeta.
Como un soplo, la ciudad y la gente se transformó. Las añosas aulas reedificadas pasaron a convertirse en un moderno centro escolar y en la vorágine de esas obras de excavadoras y cemento otros hombres con otras luces respetaron el árbol. Después pasaron otros muchos años mas.
Hace muy poco el árbol fue talado. Se le acusó,luego de 70 años de vida como de peligroso e invasor. Pudieron hallarse variantes para salvarle, pero hoy, ya se sabe, vivimos con las trafagas de hacer lo mas urgente y no lo mas importante. Lo mas fácil y no lo mas justo.
Así que nuestro amigo fue talado y cortado en trozos ante la escuela consternada donde enseñan a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, que los arboles son nuestros amigos.
Un día antes, para que quedara como eterno remordimiento en la conciencia de quienes prefirieron su muerte, saque fotos que guardaré para la historia.
Ahora allí donde estuvo el árbol hay mas luz. Los vecinos dejaron de estar preocupados por aquel supuesto peligro de sus ramas y raíces que resistieron tormentas y huracanes sin cuento. Todos sabemos que se ha hecho un gran silencio que nada va a reemplazar. Lo lamento por ellos que han perdido su fresca sombra y los niños de la escuela el símbolo de su verde presencia. Se perdió el paso del aire que sus hojas entregaban al entorno, y se perdió ya para siempre el dulce gorjear de las aves en sus ramas. En realidad nadie gana cuando un amigo se va.

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