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Entonces
el paisaje eras diferente. Mayor humedad y bajas temperaturas en
profundos cañones y riscos escarpados. La vegetación exuberante
parecida a la actual pero ya adaptándose hacia otro clima. Se
acercaba el fin de una era geológica y los mares comenzaban a
inundar las costas. Hacia poco, apenas treinta millones de años
detrás, diferentes especies de animales, aves y mamíferos, entre
estos grandes osos hervíboros, los Megalognus, aprovechado las
tierras emergidas que unía a nuestro archipiélago con la actual
América del Sur extendieron sus dominios hacia la actual Antillas.
Mucho
después al terminar en Cuba el periodo pleistoceno hace diez mil
años, los glaciares de la Era de Hielo se derritieron sumergiendo a
gran parte del país y con ello el puente que nos unía con el resto
del continente, quedando aislados todas las especies de animal que
evolucionaron por diferentes caminos hacia otras formas de vida.
De
todos fueron estos Megalognus los gigantes de la fauna antillana,
fueron las especies animales de mayor presencia en Cuba aunque sus
restos han aparecido solo ocasionalmente hacia el centro y el
occidente del país. Su permanencia fue larga, pues se sabe por
evidencias halladas en sitios arqueológicos que convivieron junto a
los primeros pobladores llegados a estas islas hace unos seis mil
años, presumiblemente siguiendo la ruta de los animales con quienes
convivieron por mas de mil años, Aun hoy resulta un miCalibrsterio
para la ciencia la drástica desaparición de los Megalognus, así
como la del resto de toda aquella fauna.
En
el entorno de 1968 miembros del Grupo Espeleológico Eduardo Alfredo
Martel, de Camagüey, hallaron en el Hoyo Viejo de Bainoa, al oeste
de la Sierra de Cubita, tres esqueletos fósiles perfectamente
conservados del perezoso extinguido. En aquel momento la noticia
conmocionó a los investigadores de tal forma que en breve tiempo el
Instituto de Paleontología de la Academia de Ciencias de Cuba
organizo, con la ayuda de especialistas extranjeros, la I Expedición
Cubano - Rusa – Polaca que en Camagüey no solo amplio los
conocimientos que se tenían de la fauna fósil de Cuba, sino que
desenterró restos de la Ornimegalognixs, especie de lechuza gigante
que al parecer fue principal depredador de los perezosos, así como
otras aves de gran tamaño. La expedición determinó que esta región
cubitera fue un rico habitad de la fauna extinta y que por alguna
razón, tal vez por la existencia de numerosas cuevas y la posible
presencia de un humedal interior asociado al rio Jigüey en las
inmediaciones, estos últimos sobrevivientes del Pleistoceno se
congregaron en el entono de esta geografía, pero este tema aun es
asignatura pendiente.
Cincuenta
años después en trabajos de levantamiento cartográfico en la Gran
Caverna de Cubitas, extendida en aquella misma zona, el Grupo de
Estudios Geográficos, Epeleológicos y Medio Ambientales, Gegem,
observaron varios arañazos en una pared al borde de lo que fue una
fuente de agua y huesos fosilizados en un socavón de difícil
acceso. A partir de allí comenzó un cuidadoso estudio del entorno,
primero para tratar de conocer la especie a la que pertenecieron
aquellos dispersos restos y luego para determinar cómo el animal
pudo llegar hasta este lugar.
Hasta
la fecha y por su talla los análisis no apuntan a que pueda ser un
Megalognus, aunque si un mamífero no precisamente vegetariano a
juzgar por sus potentes garras y colmillos, el que pudo llegar al
sitio escapando de otros depredadores o simplemente ingreso a la
caverna persiguiendo alguna pieza y perdió el rumbo en su interior.
Hasta la fecha se han colectado mas de 200 partes del
esqueleto, aunque no así el cráneo, preservándose el sitio para
posteriores estudios.
Ahora
el grupo espeleológico prepara su campaña 2020, programa que le ha
de llevar hacia la región del oeste de la Sierra de Cubitas, espacio
que reúne en la geografía donde se encuentra el Área Protegida
Limones – Tuaquey, algunas de las mayores espeluncas de la
provincia. El proyecto multidisciplinario debe contribuir al estudio
de la fauna subterránea y su entorno, nuevas anotaciones para la
paleontología y oportunidades tal vez, para el turismo de Naturaleza
.Fotos: María Adela Herrera
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