Leyenda del marabú


Según los investigadores el azote de la  Dichrostachys nutans, planta espinosa bien conocida como marabú, originaria del África del Sur y multiplicada cuantas veces ha querido en Cuba, fue introducida en nuestro país a bordo de los barcos negreros, los cuales también traían reses para alimentar a la tripulación e intercambiar por mercancías en los puertos.

Por lo general como los animales se alimentaban del marabú en las cosas africanas, la limpieza de dichos barcos en nuestras playas arrojó al mar cientos de millones de semillas, de donde las aves y el viento pudieron llevarlas tierra adentro. También el movimiento del ganado de una a otra hacienda, sin medidas de precaución en cuartones de cuarentena, ayudó a diseminar una planta persistente, fuerte, casi indestructible, que hoy constituye toda una amenaza para el agro cubano  al invadir rápidamente extensas áreas de tierras de todo tipo, especialmente aquellas dedicadas a la ganadería.
 
Sin embargo sobre la presencia de esa planta en Cuba existe una curiosa leyenda que ha persistido sobre siglo. Se tenia por cierto que allá por la medianía del siglo XIX,  fue ocurrencia de la aristocrática criolla Doña María Monserrat Canalejos,  esposa del influyente patricio Gaspar Betancourt Cisneros asentados ambos en la ciudad de Santa Maria del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, traer desde Milán, en Italia, (y no desde África como debe ser), varias posturas del arbusto de jardín  Tanmarix gallica, a la que de común le denominan Marabú o Taray,  y cuyas elegantes flores semejan las    plumas de la cola del ave  africana conocida por Marabú.
Doña María hizo sembrar las plantas en la hacienda La Bola, situada en las márgenes del río Tínima al sur de la población, (espacio que hoy ocupan los repartos La Belén, Baronía y Ramírez) las cuales se propagaron con marcada celeridad a otros terrenos, parques y jardines. Incluso con estas posturas Doña María ayudó a fomentar el amplio parque del Casino Campestre, donde aun existen ejemplares de la Tanmarix descendientes de aquellas que ella donó para embellecer la villa hace mucho más de un siglo.
 
La confusión se debe a que aunque la Tanmarix, tiene en su fisonomía cierto parecido  con la malévola. Dichrostachys nutans,  Marabut o espina maldita, según la traducción árabe, no es ni remotamente pariente del arbolillo de jardinería, sin embargo, esas características en el nombre y  la similitud trajo  la confusión, no tanto por lo que la gente veía, sino por el nombre que escuchaba, de allí la culpa que por muchos años ha seguido el recuerdo de la esposa del noble lugareño;  injusticia histórica que ha persistido a pesar de que hoy se sabe cuándo o cómo entró  a nuestras tierras esta planta.

Debemos añadir que al Marabut no se le encuentra en  Italia y que en ninguna parte de Europa se conoce a  esta espinosa planta, además, para aquella fecha del 1800, ya el marabú espinoso se reproducía por los campos de Cuba, especialmente hacia Las Villas y Sancti Spiritus .(Anónimo)

1 comentario:

  1. Labrada, yo también había escuchado la leyenda de la doña y la daba por cierta. Qué bueno enterarme de la verdad. Sigue usted como el enanito de Silvio, desempolvando aquí y allá lo semi-oculto u olvidado. Gracias por esa manía tan hermosa, su colega y admiradora
    María Antonieta

    ResponderEliminar