Si usted es de los que cree que el mosquito Aedes aegypti tiene poca importancia y que con unas cuantas medidas sanitarias lo va a borrar del mapa, sepa que esta equivocado medio a medio.
El Aedes, según estudios de su ADN, sobrevivió a los ictosaurios, a los dinosaurios, a los cromañones y a todo el Parque Jurásico, así que cuando el hombre apareció sobre la Tierra, ya los mosquitos nos llevaban de ventaja alrededor de 150 millones de años.
Lo pongo al día. Por una cuestión de genética el Aedes aegypti es portador de diversas enfermedades tropicales, entre estas los virus del dengue y de la fiebre amarilla. Es cierto que estas enfermedades que originaron pandemias siempre fue un misterio, hasta que el 18 de febrero del 1881, el médico cubano Carlos Juan Finlay, expuso en la Conferencia Internacional de Sanidad, celebrada en Washington, que este mosquito, el Aedes aegyti, era en verdad el agente transmisor de la fiebre amarilla.
Los diablos del ki denga pepo
Dengue es la corrupción de la voz africana Ki denga pepo, procedente de la tribu swahili y que significa calambres originados por malos espíritus. Los síntomas de esta enfermedad son causados por varios virus distintos, pero relacionados con la misma familia y puestos de acuerdo para que la infección que uno produce no inmunice la presencia de los otros, por eso es que una misma persona puede enfermarse varias veces de dengue.
Los primeros informes sobre la existencia de dengue en nuestro país nos llegan desde el 1828, cuando el Dr. Hernández Poggio publicó en revistas médicas españolas sobre la presencia en Cuba de una afección epidémica que él llamó Calentura Roja, y que otros autores denominaron trancazo o rompe huesos. Por esa época la enfermedad se caracterizaba por fiebre, dolores articulares y erupción. Sin embargo se adoptó el nombre de “dengue”, que era el más corriente, y que fuera propuesto por el Dr. Bernal Muñoz en su trabajo de 1828. Ese es el primer documento médico registrado donde aparece el nombre de dengue.
El largo vuelo del Aedes
Aunque en América se conoce la enfermedad desde hace más de 200 años, la primera epidemia de dengue oficialmente documentada se presentó entre los años de 1963-1964 en áreas del Caribe y Venezuela. Posteriormente, a mediados de la década de los años 70, la epidemia se propagó a Colombia y comenzó a hacerse endémica en las Antillas. En 1977 aparecen más casos en Jamaica, propagándose a las demás islas del Caribe con brotes explosivos en América del Sur hasta Brasil y todo Centro América, llegando a Miami, Texas y Luisiana desde la segunda mitad de 1980.
De todos, el acontecimiento más importante fue el brote de dengue hemorrágico que afectó a Cuba en 1981. Luego se sucedieron extensas epidemias en países distantes del trópico como Bolivia, Paraguay, Ecuador, Perú y finalmente Argentina en 1990. En los últimos 50 años la presencia del dengue se ha multiplicado 30 veces, por lo que cada año enferman alrededor de 100 millones de personas, de los cuales medio millón padecen el virus hemorrágico; de estos mueren en ese mismo período alrededor de 22 mil, casi todos menores de quince años de edad.
Cuidado con los tobillos
De primera intención no se deje impresionar mucho por el aquello de que la alimentación inicial de este insecto, como la de otros de su especie, consiste en el néctar y jugos vegetales, pues la hembra, después del apareamiento necesita sangre para la maduración de sus huevos, de allí que pique a cualquier organismo vivo que tenga sangre caliente. Por lo general su ataque es silencioso, aguijoneando las partes bajas de las piernas de las personas, especialmente los tobillos.
El Aedes es de hábitos diurnos y se muestra activo en las mañanas y poco antes de oscurecer, pero como se desarrolla en el medio doméstico, tiene la costumbre de seguir a las personas en sus desplazamientos, de allí que donde mejor se halla es en interiores y exteriores de las casas o departamentos, especialmente en lugares frescos y oscuros. Este insecto vive unas pocas semanas, no superando el mes y su capacidad de vuelo es de aproximadamente 100 metros, por eso, es bien probable que el mosquito que le pica es el mismo que se ha “criado” dentro de su vivienda. ¿Lo está usted protegiendo acaso?
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