¿Por quién doblan las campanas?

Para muchos analistas aunque el impacto de la especie humana sobre el medio ambiente es solo comparable con las grandes catástrofes del pasado geológico de la Tierra, el subdesarrollo, la falta de cultura de identidad medioambiental y la necesidad de utilizar los recursos de la Naturaleza para la propia supervivencia, hace que una buena parte de la sociedad no reconozca que atacar el medio ambiente pone en peligro su propia especie.

Las perspectivas de futuro a lo que al medio ambiente se refiere, son poco claras. Es cierto que la preocupación por ese futuro ya le da la vuelta al mundo en la medida en que se producen cambios económicos y políticos. Al menos es uno de los primeros temas que abordan políticos y científicos con cada esfuerzo social, en realidad este es un tema que interesa a la humanidad en su conjunto. 

No bastan en realidad solo buenas intenciones y ni siquiera proyectos a largo plazo, y aunque la calidad del aire ha mejorado, aun se encuentran pendientes de solución los problemas de la lluvia ácida,  la pérdida de ozono y la contaminación atmosférica que desde hace muchos años afecta el crecimiento de los bosques, lo que en su conjunto influye en un cambio climático que ahora se nos presenta con  extensos períodos de seca e inviernos inusuales, incluyendo fenómenos  meteorológicos violentos, deshielos en los polos y los glaciales con tan graves consecuencias para la humanidad, que a la vuelta de medio siglo, apenas cincuenta años, una buena parte de la economía agropecuaria y pesquera tendrá que haber transformado sus calendarios de cultivos, cosecha y captura y aun ciudades enteras habrán emigrado hacia regiones mas altas empujadas por el avance del mar.

Por otra parte la contaminación del agua sigue siendo un problema para casi todos los pueblos, pues mientras el crecimiento demográfico continúa incrementando la presión sobre el medio ambiente, esa presencia humana sin control, incide sobre infiltraciones de residuos tóxicos en los acuíferos subterráneos y la intrusión de agua salada en los acuíferos de agua dulce próximos a las costas, ello influirá en conflictos sociales por el uso agrícola, industrial y doméstico del agua, que ya de por sí escasa, impondrá restricciones en su uso y aumentará el costo de su consumo. Según muchos analistas muy vinculados con el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas, el agua podría convertirse en la crisis energética de comienzos del siglo XXI.

Otro problema medioambiental lo tenemos con la biodiversidad, espacio donde se están produciendo rápidos cambios, muchos de los cuales pasan desapercibidos para la humanidad, árboles y especies animales luchan en difíciles condiciones por la supervivencia y si no se coordinan esfuerzos de recuperación, las consecuencias serán desastrosas para todo el planeta que vera roto su equilibrio biológico.

Desde hace muchos años los especialistas conocen que con el crecimiento de las poblaciones y sus demandas se necesita un uso racional del medio ambiente, pero ese vínculo con la Naturaleza solo podrá lograrse con un espectacular cambio de pensamiento y acción por parte de todos los seres de la especie humana, quienes si en un principio comprendieron o no quisieron leer las señales de la Tierra ya, en días como hoy, deben conocen, en alguna medida, por quién doblan las campanas.

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