Los “lagos” invisibles de la caverna de México

Las expediciones espeleológicas realizadas hasta ahora  a la caverna de México, han logrado hasta ahora reunir numerosa documentación científica que en estos momentos aun se encuentran en proceso.

Uno de los estudios más avanzados, en el interior de la extensa espelunca, pero no por eso menos complejo, se relaciona con la presencia de “lagos” invisibles de anhídrido  carbónico (CO2) extendido a lo largo de algunas galerías cuyas fluctuaciones parecen relacionarse con los extremos climáticos reportados en la superficie.

Las primeras señales de peligro ante la presencias de bolsones sueltos de CO2 datan de 1969; en aquella época los espeleólogos del Grupo Eduardo Alfredo Martel, en Camagüey, levantaron mapas de las zonas comprometidas en galerías casi siempre inclinadas en negativo. Cuarenta años después los estudios demuestran como algunas de aquellas galerías parecen haberse “desbordado” y el CO2 ocupa espacios de mayor extensión a la par que la superficie boscosa del área bajo la cual se abre la caverna se deteriora rápidamente a partir de tala indiscriminada y largos periodos de sequia.

En la operación de 2006, miembros del Grupo de Estudios Geográficos, Espeleológicos y Naturales, quien por diez días acampó en las inmediaciones de México para corroborar aquel viejo reporte, detectó una galería lejos del lugar inicialmente reconocido y al parecer independiente de aquel con manifestaciones de CO2.  En la segunda jornada del 2007 el lugar identificado la vez anterior volvió a ser visitado, comprobándose la existencia del gas carbónico en un punto hacia el norte de la caverna, así como otra manifestación hacia las galerías bajas del sur. Lo interesante de este segundo yacimiento radica en la larga permanencia del mismo, ya que, según la fecha anotada a la entrada de la galería cuando un espeleólogo quiso advertir del peligro de la zona otros visitantes, es de aquel  1969.

Este es un dato de interés, pues  las acumulaciones de anhídrido carbónico en el fondo de las cuevas, pocas veces son permanentes,  sino que se trasladan o desaparecen según la densidad de su presencia o debido a movimientos meteorológicos exógenos o endógenos de circulación, temperatura y humedad..

Como se sabe, el gas carbónico que existe en el aire que circula en la superficie tiene un ínfimo volumen, (0.03%) sin embargo, en el interior de las cuevas pueden alcanzar mayores concentraciones, un valor extremo en Camagüey se registra en la cueva del Gas, en la Sierra de Cubitas, con una densidad de hasta el 4.0%. Por lo general todas las espeluncas de estructura carbonatada acumulan gas carbónico en alguna parte de su estructura, aunque elementos dinámicos de la circulación, o las condiciones de la espeleomorfología atenúan o complican la presencia del CO2.

El gas carbónico suele llegar al interior de las cuevas disuelto en el agua de lluvia luego de su contacto con el suelo donde se carga de acidez. Esta agua  cargada de anhídrido carbónico sobre las rocas caliza ataca el carbonato de calcio, disolviéndolo y transportándolo hasta alcanzar los espacios abiertos de las cuevas entre las fisuras de las rocas, donde al cambiar la presión libera el anhídrido carbónico y precipita el carbonato de calcio, dando origen a las formaciones secundarias.

Por lo común el CO2 que es más denso que el aire, se acumula  en el fondo de los salones y las  galerías donde existen condiciones topográficas y de ventilación, permaneciendo allí hasta que sea desplazado por corrientes de aire o cambios de presión, aunque se deduce también que pueda alcanzar niveles más bajos a través de fisuras  en las rocas.

Entre las preguntas que ahora se hacen los estudios en México, es si, luego de comprobada la “inundación” de CO2, en qué grado  ha influido en el aumento de la salinización de las aguas freáticas de la zona y con ello la desaparición de la fauna acuática subterránea. Los últimos camarones ciegos se vieron en 1970.  

La caverna de México, con un desarrollo horizontal y abierto a lo largo de una fractura principal, se extiende por más de cuatro kilómetros y se abre en la llanura costera del norte de la provincia de Camagüey. Esta espelunca se encuentra hidrológicamente inactiva a pesar de ser una cueva joven, de acuerdo con el carso de llanura costera. En todos los casos hasta ahora conocidos, la cueva se abre en multitud de entradas verticales que comunican las galerías entre si debido, en especial, a fenómenos de erosión superficial que originan sumideros o por la intersección de dos planos de fractura.

1 comentario:

  1. Muy bueno tu blog Labrada.... Estamos ansiosos por salir en la nueva expedición. Esta por lógica debe ser mejor que la anterior. Saludos de Yasser Fragela (el cámara de la nueva expedición) CM7YAC

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