Fotos: Otilio Rivero Delgado
Ernest Miller Hemingway nunca lo dijo, pero ¿tuvo que ver acaso su oficio como cazador de submarinos alemanes en la cayería del norte de la provincia de Camagüey, al centro este de Cuba, durante II Guerra Mundial con la colonia de Palma City? ¿Sospechó acaso relaciones entre la inteligencia nazi y los pobladores de la floreciente villa alemana, o acaso la presencia del aventurero novelistas en el lugar fue coincidencia?
No aparece una sola nota escrita sobre ese particular por el escritor norteamericano, pero lo cierto es que luego que los submarinos echaron a pique dos buques mercantes por las inmediaciones del norte camagüeyano, Hemingway se mantuvo durante los años de 1942 y 1943 asechando esta costa y fondeando su yate artillado El Pilar a poca distancia de este lugar, en el puerto de Nuevitas. De toda forma la presencia de submarinos alemanes tan cerca de Palma City fue cosa segura.
Sesenta y tantos años después frau Gertrudis Gemple, la sobreviviente de aquella historia prefiere callar. Se queda mirando el camino que conduce al mar mientras entre las luces cruzan sombras imprecisas y voces que ni recuerda.
Fundado a principios de siglo por un puñado de emigrantes alemanes, de Palma City cuentan que sus calles eran de buen trazo, sombreadas por árboles coposos, con viviendas que en algo recordaban las quintas campestres de la germanía al otro lado del mundo. Algunos recuerdan acaso el embarcadero por donde salían maderas del aserradero de Leo Lust y frutas de los huertos bien plantados y por donde entraban mercancías de todo tipo, incluyendo aperos de labranza, telas, semillas y armas y aun otros emigrantes, como la familia austriaca de Kart Bishoff.
De Cuba solo conocían lo que les habían contado los hábiles vendedores yanquis de la San Jose Fruit Company; “tierras siempre verdes y feraces, decían, y además un espacio donde levantar la prospera colonia soñada. La única oportunidad que ofrece América a tan bajo precio”. Pero con aquellas tierras adquiridas sin conocer siquiera la geografía costera de la región la vida de cada una de aquellas primeras familias quedó sellada.
El 12 de mayo de 1905, luego de la firma de los contratos y la legalización de los documentos, el primer grupo de extenuados inmigrantes procedentes casi todos de la región del Gran Ducado de Baden, llegó a las fangosas playas de bahía de La Gloria, que para nada recordaban las suaves orillas del Rin.
Pero más allá de los muelles desvencijados por el salitre y los años, solo había maniguas y pantanos. Puede que en ese principio de la nada les haya salvado las miríadas de palmas verdeando como a un par de kilómetros tierra adentro, porque justo en ese altozano, buscando pastos y agua dulce, terminó la ruta sin retorno de los primeros Gemple, Lutz, Bischoff, Maier y Holder.
Prosperó con los años la colonia a fuerza de tesón. Iglesias, comercios, calles, paseos y cines, hicieron entonces llevadera la vida en aquella faja solitaria de la llanura costera También se obligaron, para no olvidar raíces e identidad, el idioma natal como lección primera en cada familia, el kasffeetrinken del anochecer y la heilinger abeud, aquellas nochebuenas de carnes y patatas o su tradicional neujahr, fiesta nacional del primero de enero, las noches de walpurgisnacht cada 30 de abril, con sus fogatas y canciones a santa Walbrunga, para que, según la leyenda, les librara de magos y encantamientos También adquirió fama en la región la cerveza destilada en cada vivienda. Desde entonces ese encerrarse en si mismos, la puntualidad y la discreción alemana, la formalidad en el tratamiento a las personas, les hizo diferentes y trajo entonces otras consecuencias funestas.
Es bien posible que cuando el 13 de marzo de 1943 los submarinos alemanes, volvieron a realizar un ataque naval cerca de Nuevitas, interceptando un pequeño convoy a pocas millas del faro de Maternillos y hundieron a dos cargueros, uno de ellos la nave cubana Mambi, Hemingway supuso que el submarino tendría su escondite en algún lugar de esta costa de numerosas bahías interiores, canalizos y decenas de cayuelos, pero por más que buscó jamás encontró una sola huella del sumergible. De todas formas Palma City estuvo en la óptica del escritor norteamericano cuando por muchos meses vigiló su costa en un momento de la II Guerra Mundial.
Después los colonos alemanes, fueron acusados de suministrarles alimentos e información a los submarinos alemanes y encerrados en campos de concentración lejos de allí. Solo unas pocas mujeres y niños quedaron en el pueblo.
Luego de la guerra y en los años posteriores los alemanes fueron asimilando en el poblado agricultores, pescadores y carboneros cubanos. Las raíces comenzaron a ser removidas y la transculturación hizo lo suyo. La patria de los hijos de los hijos ya no fue la patria de los padres.
Hoy, a poco más de un siglo de la existencia, la mítica colonia alemana pierde su identidad y apenas pervive. Hoy, en Palma City, comunidad en la geopolítica del municipio Esmeralda, la vieja iglesia sucumbió de vejez y ahora solo encuentras jirones dispersos en apellidos originales, en el color de la piel, el físico y los ojos claros de algunos pobladores, Nadie se encargó de escribir esta historia y en lo actual hasta el antiguo cementerio parece perdido. Solo queda en pie, milagrosamente, una vivienda que parece detenida en el tiempo, como negándose a dejar ya para siempre, sin la memoria de los tiempos a esas sombras y voces que aun percibe, mirando por el camino que viene del mar, la frau Gertrudis Gemple.
Sesenta y tantos años después frau Gertrudis Gemple, la sobreviviente de aquella historia prefiere callar. Se queda mirando el camino que conduce al mar mientras entre las luces cruzan sombras imprecisas y voces que ni recuerda.
Fundado a principios de siglo por un puñado de emigrantes alemanes, de Palma City cuentan que sus calles eran de buen trazo, sombreadas por árboles coposos, con viviendas que en algo recordaban las quintas campestres de la germanía al otro lado del mundo. Algunos recuerdan acaso el embarcadero por donde salían maderas del aserradero de Leo Lust y frutas de los huertos bien plantados y por donde entraban mercancías de todo tipo, incluyendo aperos de labranza, telas, semillas y armas y aun otros emigrantes, como la familia austriaca de Kart Bishoff.
De Cuba solo conocían lo que les habían contado los hábiles vendedores yanquis de la San Jose Fruit Company; “tierras siempre verdes y feraces, decían, y además un espacio donde levantar la prospera colonia soñada. La única oportunidad que ofrece América a tan bajo precio”. Pero con aquellas tierras adquiridas sin conocer siquiera la geografía costera de la región la vida de cada una de aquellas primeras familias quedó sellada.
El 12 de mayo de 1905, luego de la firma de los contratos y la legalización de los documentos, el primer grupo de extenuados inmigrantes procedentes casi todos de la región del Gran Ducado de Baden, llegó a las fangosas playas de bahía de La Gloria, que para nada recordaban las suaves orillas del Rin.
Pero más allá de los muelles desvencijados por el salitre y los años, solo había maniguas y pantanos. Puede que en ese principio de la nada les haya salvado las miríadas de palmas verdeando como a un par de kilómetros tierra adentro, porque justo en ese altozano, buscando pastos y agua dulce, terminó la ruta sin retorno de los primeros Gemple, Lutz, Bischoff, Maier y Holder.
Prosperó con los años la colonia a fuerza de tesón. Iglesias, comercios, calles, paseos y cines, hicieron entonces llevadera la vida en aquella faja solitaria de la llanura costera También se obligaron, para no olvidar raíces e identidad, el idioma natal como lección primera en cada familia, el kasffeetrinken del anochecer y la heilinger abeud, aquellas nochebuenas de carnes y patatas o su tradicional neujahr, fiesta nacional del primero de enero, las noches de walpurgisnacht cada 30 de abril, con sus fogatas y canciones a santa Walbrunga, para que, según la leyenda, les librara de magos y encantamientos También adquirió fama en la región la cerveza destilada en cada vivienda. Desde entonces ese encerrarse en si mismos, la puntualidad y la discreción alemana, la formalidad en el tratamiento a las personas, les hizo diferentes y trajo entonces otras consecuencias funestas.
Es bien posible que cuando el 13 de marzo de 1943 los submarinos alemanes, volvieron a realizar un ataque naval cerca de Nuevitas, interceptando un pequeño convoy a pocas millas del faro de Maternillos y hundieron a dos cargueros, uno de ellos la nave cubana Mambi, Hemingway supuso que el submarino tendría su escondite en algún lugar de esta costa de numerosas bahías interiores, canalizos y decenas de cayuelos, pero por más que buscó jamás encontró una sola huella del sumergible. De todas formas Palma City estuvo en la óptica del escritor norteamericano cuando por muchos meses vigiló su costa en un momento de la II Guerra Mundial.
Después los colonos alemanes, fueron acusados de suministrarles alimentos e información a los submarinos alemanes y encerrados en campos de concentración lejos de allí. Solo unas pocas mujeres y niños quedaron en el pueblo.
Luego de la guerra y en los años posteriores los alemanes fueron asimilando en el poblado agricultores, pescadores y carboneros cubanos. Las raíces comenzaron a ser removidas y la transculturación hizo lo suyo. La patria de los hijos de los hijos ya no fue la patria de los padres.
Hoy, a poco más de un siglo de la existencia, la mítica colonia alemana pierde su identidad y apenas pervive. Hoy, en Palma City, comunidad en la geopolítica del municipio Esmeralda, la vieja iglesia sucumbió de vejez y ahora solo encuentras jirones dispersos en apellidos originales, en el color de la piel, el físico y los ojos claros de algunos pobladores, Nadie se encargó de escribir esta historia y en lo actual hasta el antiguo cementerio parece perdido. Solo queda en pie, milagrosamente, una vivienda que parece detenida en el tiempo, como negándose a dejar ya para siempre, sin la memoria de los tiempos a esas sombras y voces que aun percibe, mirando por el camino que viene del mar, la frau Gertrudis Gemple.
¡Grüb gatt, Palma City!.
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