Sabanas y palmares; testigos de la flora camagüeyana.
Por muchos años la flora en la zona centro norte de la provincia de Camagüey ha estado sometida a estudios a partir del conocimiento que se tiene del alto índice de plantas endémicas detectadas. En la Sierra de Maraguán y por la meseta de San Felipe, por ejemplo, el orden de ese endemismo rebasa el 23 por ciento mientras que en la sabana situada al norte de la ciudad de Camagüey, ese índice alcanza hasta el 52 por ciento, que es una de las cifras de frecuencia más altas del país.
Sin embargo algunas de esas regiones se encuentran amenazadas, la deforestación y la contaminación ha dado cuenta de una buena parte de esas comarcas naturales y hoy el deterioro se encamina a transformar las condiciones medioambientales del entorno.
El problema que enfrentan ahora los especialistas empeñados en la recuperación forestal de nuestras zonas de sabanas y llanuras, es que obrando con la buena intención de extender plantas de rápido crecimiento y multiplicación, incluyendo aquellas de mayor ventaja económica, gran cantidad de especies propias fue eliminada para repoblar con especies ajenas, introduciendo de esta manera una peligrosa contaminación que hoy impone sus condiciones al entorno, extrañas por supuesto a las especies naturales del lugar.
Una de las actuales líneas de investigación desarrolladas por especialistas del Ministerio de la Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente se encamina a aclarar las causas por la que las sabanas aparentemente estériles predominan en nuestro territorio, incluyendo relaciones geológicas donde la serpentina y los minerales ferrosos ocupan todo el espacio del sustrato con mantos acuíferos a extraordinaria profundidad. Por supuesto, que estos elementos brindan rasgos distintivos a la vegetación cuyo nicho ecológico suma especies de animales, aves, insectos, mamíferos y reptiles, muchos de ellos especializados en ese habitad capaces de soportar calores reverberantes y fríos intensos, en una vegetación xerófila, dura y seca. Esa propia especialización les hace doblemente vulnerables.
Una parte de estos estudios en los que se vinculan botánicos, geólogos, geógrafos y naturalistas, han determinado que nuestra provincia se subdivide en cuatro grandes zonas climáticas, una cenital de llanuras de verano con un periodo seco de 5 a 6 meses, y vegetación representada por bosques semideciduos, que ocupan casi toda el área central y del sur de Camagüey; otra área central con llanura de periodo seco de 4 a 5 meses, donde predomina el bosque semideciduo y siempre verde estacional: Toda la faja norte posee condiciones de clima con lluvia de verano en dos periodos secos de 5 a 6 meses. En ese espacio la vegetación es arbustiva, espinosa con bosques secos semideciduos. Hacia el noroeste una faja de lluvia de verano con periodo seco de 3 a 4 meses permite la presencia de una vegetación siempre verde y estacionaria.
Es ese paisaje de bosques semideciduos el tipo de vegetación más frecuente en el territorio camagüeyano, ya que su ritmo de vida se adapta mejor al clima lluvioso con inestables cambios de humedad; en este caso las especies mas comunes resultan mangos, el almácigos, cedros, caobas y palmares. Grandes extensiones de esos bosques fueron eliminados quedando como muestra las sabanas con palmas reales, mientras que de testigos de regiones mas o menos pantanosas tenemos a la palma cana. Por su parte las sabanas de guano de yarey son derivadas de bosques secos.
Los resultados de estos estudios ofrecen una magnífica oportunidad para no solo para recuperar y proteger en su medio a especies autóctonas, sino para perfilar en nuestra geografía el amplio paisaje camagüeyano de sabanas y llanuras perdidas hasta lo infinito.
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